miércoles, 17 de octubre de 2018

La ironía mató a Isaak Bábel

El autor soviético arroja a la cara en “Caballería roja”, con admirable concisión, la facilidad con que aflora la brutalidad en el ser humano

 


Fue pocas semanas antes de que cerraran nuestra cafetería de los desayunos del fin de semana. Creíamos que iba a durar para siempre. Nos cogió por sorpresa porque la relación era reciente. Poco más de dos años. Pero un sábado como otros pocos, con el periódico bajo el brazo, en vez de con el café nos encontramos con la persiana metálica echada, y un cartel que rezaba: Se traspasa. Yo le susurré a L.: “No puede ser… Aquí nada dura nada…”. Me miró asombrada: “Nos gustaba su tranquilidad, ¿qué esperabas?”. Pero pocas semanas antes, digo, aún podíamos unir dos mesas y desplegar el periódico sobre ellas, mancharlo de aceite e interrumpir continuamente la lectura del otro declamando párrafos subjetivamente interesantes. Una vez L. derramó el zumo de naranja sobre la sección de Internacional y nunca estuvo el mundo mejor vitaminado.