jueves, 16 de mayo de 2019

De "Playa del Gato" a la plaza de la Merced en el año 1970


El 3 de mayo de 2019 me engulló un cilindro de vistosos colores, cortado a lo largo por la mitad, y me trasladó a otra época, que no a otro sitio. Yo estaba allí para presentar mi micronovela Playa del Gato (Ediciones del Genal, 2017), junto a Jes Lavado como autora de San Miguel 2.0 y José Antonio Sau con La hora de Bud Spencer. Que son tres nuevos títulos de la Colección Manguta de Libros. Y lo hacíamos en el marco incomparable (con perdón) de la Feria del Libro de Málaga. O sea, en la plaza de la Merced. Que es uno de los Santos Lugares de mi infancia malagueña.

Hasta que no he visto las fotos no me he dado cuenta de que hubo mucha gente en la presentación de las tres obras. Metido en el cilindro -¿semicilindro?- sólo percibía colores y las caras más cercanas, interesadas y amigables -localicé enseguida a Jesús Otaola-. También sonidos, principalmente las voces -obvio- de Jes y José Antonio, y de las componentes del equipo de Manguta de Libros: Laura Cerezo, Beatriz Méndez y Carmen Larios. Pero además oía a los pájaros y la brisa, muy ligera, navegar entre las hojas de los árboles.


Ahora se ha puesto de moda una aplicación para el móvil a la que introduces una foto propia y te pone cara de bebé. Pero de bebé reconocible como uno mismo, no de bebé estándar intercambiable con cualquier otro neonato, como ocurre en la realidad. Pues algo así podría haber sucedido en la tarde del 3 de mayo: Jesús, Jes, José Antonio, Laura, Beatriz, Carmen y yo mismo redujimos nuestro tamaño, infantilizamos nuestros rasgos y nos pusimos a jugar entre los setos.


Porque la plaza de la Merced que yo conocí, siendo muy pequeño, tenía setos alrededor del obelisco, y junto a los bancos y los árboles. Era una plaza que tenía muchos niños correteando por aquí y por allá, niños que no se conocían y cinco minutos después eran amigos de toda la vida. Que jugaban al escondite, que escapaban y atrapaban en el pilla-pilla.


En 1970 remodelaron la plaza de la Merced. No estoy seguro de si el escenario de mis juegos es inmediatamente anterior o un poco posterior. Sí que puedo firmar ante notario -pobres notarios a los que hoy día se requiere para cualquier cosa- que pasaba los ratos cruzando de la librería a la plaza y de la plaza a la librería. Una librería situada a escasos metros de la actual Fundación Picasso-Museo Casa Natal, en la que estaba empleado mi padre, y que fue el lugar de mis primeros contactos con las letras, vía tebeos.

 
Así que medio siglo después yo seguía en la plaza de la Merced, continuaba en esa relación con las letras que nunca abandona el tacto de los dedos, que se tatúa en la retina y marca el ritmo cardíaco hasta que, por fin, cesa y todo es silencio. Tenía entre mis manos Playa del Gato, y tan divertido como los juegos infantiles era charlar sobre literatura con Jes, José Antonio, Laura, Beatriz y Carmen. Y con todos los presentes en la tarde del 3 de mayo, cuando nos engulló aquel colorido cilindro.

Salvador Rivas

Fotografías: Cristina Rivas y Feria del Libro





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