viernes, 14 de diciembre de 2018

Chupitos de ironía en cada línea

La uruguaya es una novela escrita y/o leída a ritmo de paso legionario


La autoficción es una plaga, cuando no un engaño. Vamos a ver, ¿qué obra literaria no es una ficción construida con jirones de la experiencia vital del autor? El simple hecho de escribirla, ¿no es ya un fragmento de su vida profundamente inserto en la obra? Así se lo decía yo a L. una mañana de sábado, con un libro entre las manos, el aroma del café caliente masajeando mi nariz y la boca medio llena. Estábamos en una cafetería luminosa con grandes ventanales, a través de ellos veíamos pasar a los transeúntes. Llevábamos tres días fuera de casa, cortando amarras con cuidado para poder volver a usarlas a la vuelta del puente. La autoficción, sí, vaya fastidio. Y yo miraba el libro, que había comprado a raíz de que, a causa de su muy bien lograda autoficción, el autor y su esposa habían tenido que organizar una barbacoa con sus amigos para desmentir que se hubieran separado. Porque escribes una novela y tus conocidos creen que todo te pasó a ti de verdad. Ni en las autobiografías ocurre eso.