Relato finalista del Certamen de Declaraciones de Amor "Dime que me quieres" 2013 (Ayuntamiento de Málaga)
Este relato está basado en personas y acontecimientos reales. Se han respetado los
fragmentos textuales de la historia localizados a través de Internet, cambiando fechas, lugares y nombres para proteger la identidad de sus
protagonistas
No soy un necrófilo. Tampoco me fascina la muerte, al
contrario. Tengo por norma no acudir nunca al cementerio, ni siquiera para
visitar a las que un día fueron personas a las que quise. Para mí la vida sigue
y los recuerdos permanecen por sí mismos. ¿Qué motivo puede impulsar a nadie a
sustituir la imagen de una sonrisa, una mirada de amor, el sonido de una voz,
por la gélida presencia de una lápida encastrada sobre un nicho? Prefiero
cerrar los ojos y dejarme invadir por las sensaciones de los que ya no están. A
veces me sorprendo en una callada conversación con alguno de ellos. En
ocasiones un jirón de luz se derrama entre las nubes en un día otoñal, alguien
cruza la calle apresurado, unas manos sostienen “Rayuela” en la terraza de un
café. Y entonces un rostro se encarama a mi memoria, una expresión peculiar,
una manera de tocarme. Así ha sido desde que, en vez de añadir años a mi existencia,
empecé a descontarlos y de pronto hallé huecos entre quienes me acompañan en
este viaje. Nunca me imaginé persiguiendo a la muerte para que me explicara una
vida.