L. lleva treinta años en Antequera y nunca había estado en
el Festival de Blues. No puede recordar, pues, los días en que estos ritmos
extraños se propagaron agarrados de la mano del viento de verano, a veces
plácido y a veces furioso. Notas ajenas que dejaban perplejos a unos pocos
curiosos, que sonaban a presente y no a pasado, que eran recibidas con alborozo
por un reducido grupo de personas muy viajadas.
No, L. no puede recordar cómo creció el festival, cómo
sufrió embates y embustes, superándolo todo. Cómo la música inundó la ciudad,
descendiendo a borbotones desde la Colegiata: la biblioteca, el Ayuntamiento,
la Casa de los Colarte, San Zoilo… allí donde hubiera un patio sonaba un blues.
Y milagrosamente los patios tomaban vida, llenos de gente.
Yo cogía mi cámara en las noches ardientes de julio,
moteadas de blues. Me sentaba en el suelo, al pie del escenario, pero L. no puede
recordarme colocando la cámara ante mis ojos. Mis propios recuerdos se reducen
entonces a luces, colores, formas. El viento y la música, la música y la
pintura, la poesía y el blues.
Anoche L. se sentó junto a mí y bebió un sorbo de tinto
helado. Era su primer Festival de Blues. A nuestro alrededor ví caras
conocidas, siluetas habituales, grupos familiares a los que L. hasta ahora no
podía recordar. Niños correteando, adolescentes entre las sombras. Yo no estaba
sentado en el suelo ni tenía una cámara. El escenario se dibujaba a lo lejos,
recortado sobre la fachada de la Colegiata. Piedra sobre blues. Imágenes y
sensaciones que desde ese momento los dos podemos recordar.
Sábado, 30 de julio. 22:30 h. Plaza de los Escribanos. Cambayá
Blues Reunión y Ñaco Goñi & Xulian Freire
El viernes actuaron Aaron Keylock y Susan Santos
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