Angélica Liddell (fragmento de la portada de SModa) |
La clase media baja es deprimente, sí. Pero es mi patria
“La clase media baja española es deprimente”. Leí esta frase
entre divertido y airado, pues atribuyéndole una buena dosis de razón también
es cierto que la clase media baja es mi patria. Fue el sábado por la mañana, a
poco de levantarme. Quería comprar el periódico y L. me acompañó hasta el
quiosco, en realidad una oquedad en una casa antigua situada frente al teatro.
A escasos metros está el Café del Centro y era el momento de compartir las
noticias con las tazas humeantes, el aceite, el tomate, el mollete y el zumo de
naranja. Lo que se llama desayunar en buena compañía.
Siempre compro El País. Es un acto reflejo heredado de mi
juventud, cuando este diario era la Biblia del periodismo español. Hoy día ha
devenido en Catecismo. El Café del Centro me recuerda a algunos pequeños
establecimientos madrileños con sabor de época, ambientes tranquilos y medias
luces. Precisamente nos sentamos junto al pequeño ventanal de la entrada para
aprovechar la claridad de la calle. Yo eché un vistazo a la portada del
periódico y se lo pasé a L. Sólo transcurrieron unos segundos hasta que L.
empezó a lamentarse del destino trágico de Rajoy y su desmejora física. No
porque le caiga simpático o tenga afinidades ideológicas, sino porque ella no
ve al político. Ve a un ser humano donde yo sólo veo una plaga.
Mientras L. describía los síntomas que dejan traslucir las
fotografías del mencionado ser humano yo cogí el SModa, el suplemento de El
País que dan los sábados, y del que no hace falta describir sus contenidos. No
obstante, siempre incluye alguna pieza social o cultural, y es sano echar unas
risas leyendo las últimas tendencias sobre la cosmética de inversión. O el auge
de los productos monodosis para el “neceser nómada”.
Me topé con una entrevista a Angélica Liddell, dramaturga,
directora teatral y actriz. A veces las preguntas aparentemente tontas no
producen respuestas comprobadamente estúpidas. La periodista, Almudena Ávalos,
quiere saber si su familia va a ver sus obras. Y Liddell le contesta: “Qué va.
Para gran parte de ella soy una auténtica payasa. Tienen sus vidas, sus
familias, sus casas con chimeneas de fuego artificial, sus hipotecas, sus
pensiones… El hombre medio es terrible. Lo conozco bien porque yo provengo de
la clase media baja española y es deprimente”.
Interrumpí la sesión clínica de L. y le comenté la frase,
más la que venía a continuación: “Que la niña leyera mucho era extraño. Me
llevaban al psiquiatra para que no fuera más rara de lo normal”. Uno de los
puntos fuertes de L. es el conocimiento de la naturaleza humana. Por eso no
tardó ni medio segundo en exclamar: “No fuera a ser que nunca le saliera novio”.
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