jueves, 14 de marzo de 2013

Cosas de Almodóvar

Los amantes pasajeros
Anoche perdí miserablemente hora y media de mi vida. Como una res camino del matadero, acompañé a L. al cine. Objetivo: ver Los amantes pasajeros. No es que Carlos Boyero pusiera la película de vuelta y media en El País. Porque Carlos Boyero es más raro que un perro verde. No, es que a mí Almodóvar se me atraganta desde hace unos cuantos años. Y los malos presagios se cernían sobre esta sesión cinematográfica nocturna.

Pues bien: ha sido mucho peor de lo que me temía. Los amantes pasajeros es un bodrio infumable, por mucha campaña de marketing que tenga detrás. Es una película aburridísima, grosera, sin guión, mal dirigida y medianamente interpretada. ¿Ninguna persona de las que pululan alrededor de Almodóvar fue capaz de decirle, cuando aún había remedio, el desastre que estaba a punto de perpetrar? ¿Nadie le pidió que fuera exigente consigo mismo? Porque el director manchego sí que exige, cuando le place, Goyas y candidatura a los Oscar.

El artista y la modelo
Últimamente estoy recobrando el cine, a pesar de los pesares. O sea, a pesar del precio, subida del IVA incluida. Voy los miércoles, por aquello de las ofertas, a los únicos multicines de Villavieja, un páramo desértico en el que difícilmente coinciden más de 10 personas en una sala.


Lincoln
No es por comparar, pero he visto El artista y la modelo, Lincoln, Lo imposible y El lado bueno de las cosas.

Lo imposible
El artista y la modelo es lenta como un tranvía, le falta pulso y ritmo, pero tiene una historia y una estética. Lincoln cuenta con interpretaciones gigantescas y una técnica narrativa irreprochable. Lo imposible es espectáculo y emoción. El lado bueno de las cosas pasa del drama a la comedia y de la comedia a la vaciedad romántica, sin que se sepa qué es en realidad.


El lado bueno de las cosas
Todas estas películas tienen en común que respetan al espectador, le suponen un mínimo de inteligencia y de criterio para disfrutar, o no, de lo que están viendo. En Los amantes pasajeros Almodóvar supone que la gracia está... ¿en dónde? Porque no hay motivo para sonreír, no ya reír, ni una sola vez en hora y media. Es más, lo que se provoca es alguna que otra expresión de disgusto. Lo que el espectador esperaba de Almodóvar es que se tomara la molestia de hilvanar una historia divertida. Almodóvar, por lo que se ve, esperaba que el espectador se tragara lo que le echaran.


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