lunes, 19 de octubre de 2015

Brujas, genios, sacrificios humanos y una inspectora de policía en el Valle del Baztán


Cuando compré el libro me sonaba vagamente que formaba parte de una trilogía. Lo tuve muchos meses sobre la repisa de la salita. No me acordaba de que estaba allí. Bueno, en realidad ni siquiera me acordaba de haberlo comprado. Un buen día lo descubrí medio sepultado por una capa de polvo y decidí llevármelo a la cama. Antes le pasé el plumero. Esa noche L. encendió su ebook y miró de reojo el volumen que yo tenía entre las manos. Me dijo: "Ése es el segundo libro de la trilogía que yo estoy leyendo". Pensé que era una suerte: cuando acabara el que tenía entre mis manos retrocedería al primero y después saltaría al tercero. Fácil, ¿no? Así fue como entré en el mundo de la Trilogía del Baztán (Dolores Redondo, Editorial Destino, 2015). Unas 1.600 páginas de brujas, genios, sacrificios humanos y una inspectora de policía en lucha consigo misma. Una excelente muestra del género negro con vetas del fantástico y de la intriga psicológica.

Entre 2013 y 2014 los tres volúmenes se publicaron por separado: El guardián invisible, Legado en los huesos y Ofrenda a la tormenta. Este año ha aparecido la trilogía al completo. Amaia Salazar, inspectora de la Policía Foral de Navarra, natural del Valle del Baztán, es la protagonista. Una serie de crímenes la hacen volver a su pueblo, Elizondo, y engarzado en la trama con destreza y precisión se nos presenta un atractivo universo de mitos, fábulas y creencias rescatadas de la tradición vasco-navarra. Junto con circunstancias más actuales relacionadas con el satanismo, que es el hilo conductor, no siempre visible, de la trilogía. Hilo conductor que parte de un hecho real sucedido hace treinta años, cuyas circunstancias se encuentran actualmente en procedimiento judicial y bajo secreto de sumario.

De todos estos elementos podría haber surgido un cóctel sin pies ni cabeza. Pero Dolores Redondo se revela como una autora capaz de manejar las riendas de sus personajes, de la estructura narrativa y de la credibilidad del relato. Aunque parezca paradójico, la contención se impone a lo largo de las 1.600 páginas de la trilogía. ¡Ah! Por si fuera poco, escribe bien. Tan sólo se le puede reprochar el carácter discursivo de algunos diálogos.

El mundo de Amaia Salazar se engarza en tres niveles: su familia, su trabajo y su origen en el Valle del Baztán. Cada uno de ellos es capaz de desatar escalofríos en el lector, sin perder de vista nunca la realidad, la vida cotidiana de cualquier persona en este descreído siglo.

Ya le he devuelto a L. su ebook y esta mañana discutimos sobre la trilogía y su autora. A mí no me convence una historia de amor paralela fundamental en el desenlace. A ella le parece que está construida con mucha naturalidad. Alrededor llueve, hace frío y la oscuridad habita los bosques.


Excavó con las manos apartando la prenda en la que aún se adivinaba una mantita de cuna que se deshizo al tocarla, descubriendo el paño encerado que envolvía el cuerpo. Apenas se veían restos de la cuerda que lo había atado, dejando sobre el lienzo un dibujo marcado y profundo, allí donde lo ciñó. Retiró los residuos del cordel, reducido a pulpa entre sus dedos, y acarició la superficie buscando el borde del lienzo que, aun sin verlo, adivinó con varias vueltas de tela. Hundió los dedos en el extremo del hatillo y rasgó la mortaja, que se abrió como si usase un cuchillo.

Legado en los huesos (Trilogía del Baztán). Dolores Redondo, Editorial Destino, 2015

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