jueves, 22 de noviembre de 2012

Murakami me cansa


De Haruki Murakami no tenía más noticias, hasta hace poco, que el trajín que había en la biblioteca de Villavieja con "1Q84", en sus tres libros agrupados en dos volúmenes. Un best seller japonés en Occidente, con sello de literatura fantástica y escritura de calidad, no se presenta a tiro todos los días. Así que pedí prestados los dos volúmenes de "1Q84" con toda la voluntad de que me gustara la aventura. Ya estoy acabando el tercer libro. Y he de confesar que Murakami me cansa.

No estoy escribiendo una crítica literaria ni nada parecido. Sólo hablo de mis impresiones. La principal es que Murakami me parece muy pesado. No sé qué necesidad hay de explicar tres veces las cosas, o de hacérselas decir tres veces a los personajes en un mismo diálogo. He llegado a plantearme que en japonés la reiteración otorgue un ritmo especial al texto y que esta cualidad se pierda en castellano. Pero me temo que eso es algo que nunca llegaré a comprobar.

Murakami también me resulta demasiado prolijo al describir situaciones, lugares y estados de ánimo. Hay momentos en que ralentiza la narración hasta extremos desesperantes y en que otorga trascendencia a episodios que más merecen una buena tijera.

Al principio me apliqué con disciplina a la lectura de "1Q84". Me llamaban la atención los ambientes y los mínimos detalles de la cultura japonesa que salpican ocasionalmente la novela. La forma de ser de los personajes, modelados a escuadra y cartabón, es atrayente pero carece de matices.

Voy a acabar "1Q84". He empleado demasiado tiempo en la novela como para dejarla ahora sin terminar. Y siempre cabe la posibilidad de que el final de la historia depare alguna agradable sorpresa que haga que todo lo anterior haya merecido la pena.

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