lunes, 12 de noviembre de 2012

Te comeré el último, amigo



Polifemo bebió [vino] ávidamente, pidió un segundo cuenco, pues en toda su vida había probado una bebida más fuerte que el suero de la leche, y condescendió a preguntar a Odiseo su nombre.

—Mi nombre es Oudeis —contestó Odiseo—; o al menos así me llaman todos, para abreviar.

Ahora bien, «Oudeis» significa «Nadie».

—Te comeré el último, amigo Oudeis —le prometió Polifemo.

Tan pronto como el cíclope cayó en un profundo sueño de borracho, pues el vino no había sido mezclado con agua, Odiseo y los compañeros que quedaban calentaron la estaca en las ascuas del fuego y luego la clavaron en el ojo único de Polifemo y la retorcieron en él, haciendo fuerza Odiseo desde arriba, como cuando se taladra un agujero en la tablazón de un barco. El ojo silbaba y Polifemo lanzó un horrible gemido, que hizo que todos sus vecinos acudieran corriendo desde cerca y de lejos para saber qué sucedía.

—¡Estoy ciego y sufro terriblemente! —les gritó Polifemo—. ¡Y Nadie tiene la culpa!

—¡Pobre infeliz! —contestaron ellos—. Si, como dices, nadie tiene la culpa, debes ser víctima de una fiebre delirante. ¡Ruega a nuestro Padre Posidón que te cure y deja de hacer tanto ruido!

"Los mitos griegos II". Robert Graves

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