Las bibliotecas van a pagar por derechos de autor. Serán 0,004
euros por libro prestado y 0,05 euros por lector. Pronuncié en voz alta el
titular para que L. lo escuchara. Se lo repetí porque ella estaba en otras
cosas, buceando en una web turística sobre Barcelona y musitando las bondades
de la Sagrada Familia. Ni siquiera me miró, pero tras unos segundos rescató su
mente del Parque Güell y fríamente disparó: “Por algo así incendiaron la
biblioteca de Alejandría”.
L. tiene la teoría de que a nadie le interesa que la gente
se acerque a un libro. Empezando por los jerarcas de la Unión Europea,
ideólogos de la medida, y acabando en quienes aplican con indolencia semejante
despropósito. El objetivo de las
bibliotecas es poner la cultura al alcance de cualquier persona, formar
lectores, promover la lectura. Contribuir a la formación de ciudadanos responsables,
con mejores criterios y más libres. Las bibliotecas no tienen ánimo de lucro,
no hacen negocio. Tal vez ése sea su pecado.
Extraña época: los delincuentes fiscales pueden arrepentirse
y volver al purgatorio de los contribuyentes con una penitencia que les sale a
devolver. Pero un servicio público como las bibliotecas, que aporta una enorme riqueza
intangible a la sociedad, es penalizado. Y cuanto más éxito tenga, más se le
castigará. Porque, evidentemente, mientras más libros preste y más lectores
atraiga, más dinero pagará. ¿Alguien se imagina a un ayuntamiento, a una
diputación, a una comunidad autónoma, incentivando el uso de las bibliotecas a
partir de ahora?
La crisis no es sólo económica. Es también de valores y de conceptos:
se confunde el valor de las cosas con el dinero que cuestan. El dinero es la
única referencia válida cuando se prestan servicios, de forma preocupante en lo
privado (es lícito ganar dinero, pero no cualquier manera de ganar dinero) y de
forma muy grave en lo público (el beneficio social debe ser tenido en cuenta
más allá de una simple operación aritmética). “Ve a la biblioteca”, me dijo L. “Seguro
que encuentras un libro sobre eso”.
Buen artículo, pésima noticia.
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