miércoles, 27 de noviembre de 2013

Siete reportajes de Steinbeck para crear “Las uvas de la ira”


En el verano de 1936 The San Francisco News publicó siete reportajes sobre la emigración a California de los granjeros del Medio Oeste. La Gran Depresión, la durísima sequía y la rapiña de los bancos provocaron el desesperado éxodo de miles de familias. Los reportajes los firmó John Steinbeck, uno de los grandes escritores norteamericanos, y dieron origen a la edición en 1939 de la novela Las uvas de la ira, por la que obtuvo el Premio Pulitzer.

A cualquiera que haya leído Las uvas de la ira le resultará fácil trazar paralelismos con la situación actual, la crisis desbocada que nos azota y la que arruinó y despojó de lo más básico a toda una generación de norteamericanos. La diferencia está en que en Estados Unidos surgió un líder, Franklin D. Roosevelt, presidente entre 1932 y 1945, que impulsó un nuevo “contrato social” y que tuvo el coraje de decir: “Un Gobierno incapaz de cuidar a los ancianos, de proveer trabajo para los fuertes y los voluntariosos, que permite que la sombra negra de la inseguridad planee sobre cada hogar no es un Gobierno que debiera de perdurar”.

La relación entre el periodismo y la literatura es una evidencia recurrente, y Steinbeck (Premio Nobel en 1962) es un magnífico ejemplo de cómo se nutren mutuamente una y otra disciplina. Los siete reportajes del The San Francisco News se pueden leer en Los vagabundos de la cosecha (Libros del Asteroide, 2007). Esta serie de textos periodísticos está escrita con un estilo claro y conciso, adentrándose en la calamitosa situación de las familias emigrantes desde un contexto aparentemente aséptico.

Las uvas de la ira retoma el escenario de los reportajes, se centra en el forzado viaje de una de estas familias y con un lirismo magistralmente engarzado en la historia consigue emocionar al lector y, al mismo tiempo, transmitirle esa ira que impregna toda la narración.

Sea como sea, tanto uno como otro relato, el verídico y el de ficción, reflejan la realidad de aquel momento, y la realidad irrebatible de quienes se resisten al expolio en cualquier momento de la Historia.

Los emigrantes bullían en los caminos, y en sus ojos se retrataba su hambre, y sus privaciones estaban marcadas en sus ojos. No tenían argumentos ni sistemas, nada, sino un número y sus necesidades. Cuando había trabajo para un hombre, diez hombres luchaban por conseguirlo…y su arma era ofrecer sus servicios por menos dinero: “Si ese hombre quiere treinta centavos, yo trabajaré por veinticinco”.

— Si él pide veinticinco, yo lo haré por veinte.
— No, yo; yo tengo hambre. Trabajaré por quince centavos. Por la comida. Los niños. Debería usted verlos. Les han salido unos forúnculos; no tienen ánimos ni para jugar. Les di una fruta que encontré tirada por el suelo, y se hincharon. Yo trabajaré por un pedazo de carne.


Y esto era conveniente, porque bajaban los salarios y se mantenía el precio. Los grandes propietarios estaban contentos y repartían más prospectos para atraer a más gente. Los salarios bajaban y los precios se mantenían al mismo nivel.

(…)

Y las compañías y los bancos fueron labrando su propia ruina, aunque sin darse cuenta. Los campos eran fértiles, y por los caminos marchaban hombres hambrientos. Los graneros estaban llenos, y los hijos de los pobres crecían raquíticos y en sus cuerpos se hinchaban las pústulas de la pelagra. Las grandes compañías ignoraban que es muy delgada la línea que separa el hambre de la ira. Y el dinero que pudo haberse pagado en jornales se gastó en gases venenosos, armas, agentes espías, en listas negras, en instrucción militar. En las carreteras los seres errantes se arrastraban como hormigas en busca de trabajo, de pan. Y la ira comenzó a fermentar.


                                                Fragmento de Las uvas de la ira (John Steinbeck, 1939)



2 comentarios:

  1. Leí "Las uvas..." hace ya años, pero imagino que si lo hiciera ahora seguiría sacudiéndome de la misma forma; más aún, teniendo en cuenta todo lo que nos rodea. Me apunto el de Asteroide, gracias por la recomendación.

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  2. De nada, disfrútalo, es un periodismoque ya no se hace.

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