jueves, 12 de junio de 2014

El articulista inseguro


No hay nada peor que un articulista inseguro. Ahí estaba yo, todavía el viernes por la tarde, dándole vueltas a algún tema que me sacara de pobre (periodístico). Salimos con la fresca, y para fresca una cerveza. “¿De qué escribo el artículo?”, le pregunté a L. La política siempre está a mano, pero ponerse trascendente en el pitopitogorgorito entre Monarquía y República es un soberano (con perdón) aburrimiento. Y como decían en la tele, ¿preferiría usted una República con Aznar como presidente?

“¿De qué escribo el artículo?”, le pregunté. Ella se lamentó de que vayamos a quedarnos sin cines en Antequera, de que cada vez haya menos oferta de ocio para salir a la calle. Recordó los ciclos de cine organizados por Salvador Álvarez, “estupendos, ¿habrá este año?”, y las sesiones de cine de verano que perviven en muchos lugares. Pero escribir sobre eso me produce cierta melancolía, se me vienen a la memoria las películas de estreno que nunca se han estrenado en Antequera a pesar de tener salas suficientes, y me irrito. Ahora ni siquiera tendremos la esperanza de ver ciertas pelis.

L. despejó sus labios de la espuma de la cerveza, con un rápido y casi imperceptible movimiento de la lengua. Obama siempre es un buen motivo para escribir, ya sea por las expectativas defraudadas o por lo bien que ha hecho lo que aquí ni siquiera se ha intentado hacer mal. “Acabo de oír en la radio que Estados Unidos ha recuperado el empleo perdido con la crisis hace seis años. Eso sí, con sueldos más bajos”, me dice en el mismo tono sugerente de quien intenta venderte una aspiradora. Han tardado seis años con políticas expansivas de inversión pública. ¿Cuánto tardaremos aquí? Pero no me llama la atención el tema: últimamente la economía me hace subir el colesterol.

Se ha levantado una agradecida brisa. A pocos metros de nuestra mesa la gente pasea. Varios ancianos están sentados en un banco, de charla. Alguien compra tabaco en el quiosco. Una pareja se abraza desesperadamente junto a una maleta. Y yo con este artículo sin escribir.


No hay comentarios:

Publicar un comentario