Comerciantes, autónomos, asalariados

Para la mayoría de la población el comercio es esa tienda de toda la vida, a cuyos propietarios se conoce lo suficiente como para confiar en su consejo y en la calidad de su servicio. El comercio son esos pequeños negocios familiares que sostienen el 80 por ciento del empleo en España, y por extensión en Villavieja.

El consumo en los comercios en el mes de noviembre ha bajado un 7,8 por ciento con respecto a hace un año. Son ya 29 meses consecutivos de caída. La crisis económica hace mella también con el miedo al futuro. Porque más allá de los desempleados que no disponen de recursos, y mucho menos para consumir, están las personas que aún conservan su trabajo pero temen perderlo.

El presente del comercio es incierto, como el de toda la economía. Pero en el caso de los comerciantes, como en el de los autónomos en general, tal vez sea el momento de que, en efecto, se reduzcan trabas a su actividad económica. Menos burocracia, menos papeleo, más facilidades a la hora de crear una empresa. Parece que uno de los grandes objetivos inmediatos es el pago a proveedores, por parte de la Administración, en un plazo razonable. Bienvenida sea esta medida y todas cuantas favorezcan el comercio y a los autónomos.

La palabra "emprendedor” ha quedado vacía de cualquier significado alentador. Ser emprendedor en España es luchar contra los elementos, esforzarse en multitud de trámites que dejan agotada a la más ilusionada de las personas. Su esperanza es que algún día no se les pongan tantos obstáculos. No tener que emplear recursos y un tiempo muy costoso en hacer realidad, o dar continuidad, a un proyecto que es socialmente beneficioso.

Comerciantes, autónomos y asalariados son los tres pilares de buena parte de la economía española y del bienestar social que genera el empleo. Sobradas muestras de ello existen en Villavieja. Estos tres pilares son a su vez la base de las clases medias, a las que hay que preservar urgentemente, pues sostienen un sistema que sin sus impuestos se derrumbaría. Porque en el presente escribimos buena parte del futuro.