martes, 22 de octubre de 2013

Un tópico mayordomo en la Fiesta del Cine

Las brujas de Zugarramurdi
Me veo obligado a empezar escribiendo sobre El mayordomo (Lee Daniels, 2013), que es la última película que he visto, aunque a decir verdad pocas palabras merece. Una historia tópica, deslavazada y sin ritmo, en la que ni siquiera luce Forest Whitaker. Se me hace difícil comprender por qué se han vuelto locos con la película en Estados Unidos, por muy ombliguistas que sean. Quien mucho abarca poco aprieta, y para mostrar todo un siglo de historia norteamericana hace falta algo más que una sucesión de clichés y ponerle grandes orejas a John Cusack para que se parezca a Nixon.

Ví  El mayordomo la semana pasada, en Antequera, y me llevé una gran sorpresa. Tras ocho meses de ausencia del muticines local me encontré con que ya no venden las entradas en el ambigú, poniéndolas al mismo nivel artístico que las palomitas. Había ¡¡¡nada menos que dos taquilleras!!! Y tenían una oferta muy interesante: una tarjeta que se adquiere por seis euros, y que durante todo un año da derecho a ver las películas que se quiera, en cualquier día de la semana, a cinco euros la entrada. Así que L. y yo nos apresuramos a adquirirla, porque en un cálculo a vuela pluma ahorramos un tercio cada vez que vayamos al cine.

Y pocos días después, hete aquí que se desata la Fiesta del Cine. Lunes, martes y miércoles de esta semana a 2,90 euros la película, con sólo registrarse en una web, www.fiestadelcine.com. El lunes se colapsó durante unas horas (300.000 inscritos) y esa misma noche había colas en los cines madrileños que daban la vuelta a la manzana. ¿Y si de repente descubrimos que la gente va al cine, y va con frecuencia, si le ponen un precio decente y una cartelera variada?

Tras una breve negociación con L. descartamos Gravity (Alfonso Cuarón, 2013) por estresante, aunque me reservo el derecho de volver a proponerla. Esta noche iremos a ver Las brujas de Zugarramurdi (Álex de la Iglesia, 2013). Parece que algo se mueve en la industria del cine y ése puede ser otro de sus efectos secundarios: volver a las películas españolas.

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